Mindfulness en el trabajo: una realidad que va más allá de la meditación

Desde hace unos años, la atención plena (o mindfulness) ha gozado de un enorme incremento de popularidad, ya sea a través de podcasts dedicados al tema, aplicaciones que ofrecen meditaciones, o incluso cursos y talleres presenciales. Tal es el alcance de este fenómeno cultural que se ha infiltrado poco a poco en espacios muy variados de la vida; entre ellos las oficinas y los lugares de trabajo. Ya sea que se destine un momento de la jornada laboral a ello o que se incentive a los empleados a hacer uso de ella en su propio tiempo, la práctica mindfulness ha adquirido renombre como una actividad que podría ayudar a combatir los altos niveles de estrés relacionado al trabajo con los que vivimos.
Sin embargo, ciertas preguntas se han planteado respecto a la eficacia, ética, y seguridad de realizar esta práctica de meditación como parte de la rutina diaria.
La mindfulness tal como la conocemos fue creada por el médico y biólogo molecular estadounidense Jon Kabat-Zinn, quien buscó adaptar e integrar los preceptos aprendidos durante su formación con maestros del Budismo Zen a una serie de ejercicios terapéuticos alternativos cuyo propósito sería ayudar a lidiar con padecimientos como el dolor crónico o la ansiedad; con la ayuda del poder de la mente del paciente.
En 1979, creó la Clínica de Reducción del Estrés, donde llevaría a cabo sus primeros talleres de Reducción del Estrés Basada en La Atención Plena (REBAP).
En el proceso, Kabat-Zinn separó la práctica de su trasfondo budista para insertarla en un contexto científico experimental, poniéndola al alcance del público: se buscaba encarnar las enseñanzas de Buda, pero de una forma que fuera digerible para un consumidor occidental secular, con miedo a que el uso de terminología específica de la práctica espiritual y religiosa de la meditación diera la impresión de no ser confiable.

La técnica desarrollada por el médico saltó a la fama con la publicación de su libro Full Catastrophe Living (1990), que además fue la piedra angular teórica de las terapias ofrecidas en el Center For Mindfulness, proyecto conjunto de Kabat-Zinn y Saki Santorelli.
El libro detalla la perspectiva general hacia la vida que se busca alcanzar desde la mindfulness, y las prácticas meditativas que se usan para este fin. A la base de esta se encuentran una actitud de observación abierta de los eventos y pensamientos, de suspensión del juicio; y los valores de la paciencia, la confianza y la aceptación.
En este sentido, la mindfulness funciona como una herramienta para lidiar con los eventos o circunstancias de estrés desde la tranquilidad: se busca darle importancia sólo al momento presente en el que se es y se está.
La obra da instrucciones específicas para practicar mindfulness en distintas circunstancias, que parecen tener una misma base teórica general: aceptar el dolor ( o miedo, o estrés, o angustia ) y tratar de comprenderlo en vez de buscar erradicarlo. La idea es que el aceptar algo (sea sensación, emoción, pensamiento, etc.) que ya es parte de lo que uno está experimentando en un momento dado, a pesar de que sea desagradable, puede ayudar a hacer la experiencia más llevadera al desprender de ella todo juicio y resistencia. Se establece una distancia entre lo que se está buscando aceptar y la persona que lo sufre.
Desde que Full Catastrophe Living se volvió Bestseller mundial, el programa de REBAP de Jon Kabat-Zinn fue adaptado para múltiples contextos y situaciones debido a que uno de sus presuntos beneficios era un aumento de la concentración y la productividad ligado a una mejora en las habilidades para lidiar con situaciones de estrés.
Es por esto que, desde la década del 2000, grandes empresas del tamaño de Google, Intel, y General Mills han ofrecido a sus empleados programas de REBAP. Los testimonios de quienes participan en ellos mencionan frecuentemente una nueva habilidad para lidiar con situaciones de extrema presión y estrés sin sentir el pánico que antes las acompañaba.

La REBAP enfocada y mercantilizada a las empresas tiene como objetivo cultivar la resiliencia. La página web de SIYLI, una asociación dedicada a la difusión de la mindfulness y y la inteligencia emocional como herramientas sociales utilitarias, pregona la resiliencia como una cualidad indispensable en el clima laboral actual, donde el riesgo del burnout es parte de lo cotidiano. Sin embargo, entre las estrategias que propone para promoverla -aparte de prácticas de meditación- se mencionan cosas tan simples ( y a la vez tan robóticas por la forma en que se plantean) como incitar a los empleados a conocerse, pasar tiempo juntos y formar lazos entre sí. Esto habla mucho sobre el tipo de ambiente en el que trabajan los empleados que son el público objetivo de estos programas: la cultura del trabajo en las grandes empresas busca una productividad desenfrenada tal que los descansos y la socialización entre trabajadores son cosas que deben recordársele a los empleadores.
Aunque los programas de REBAP desde un principio demostraron tener potencial en tanto que herramientas para lidiar con la ansiedad, el dolor, la depresión y otros problemas, se habla poco de los efectos secundarios o desventajas que pueden tener. Se cuestiona, por ejemplo, si la mindfulness no alimenta la muy humana tendencia de evitar si es posible tener que encontrar soluciones a problemas complejos, convirtiéndose en una forma de escapismo. Varios estudios han documentado casos de personas que han sufrido efectos adversos después de realizar meditaciones de mindfulness; incluyendo despersonalizaciones, alucinaciones, altos niveles de ansiedad y psicosis.
Ciertos expertos recomiendan proceder con precaución si se tienen problemas anteriores de salud mental, específicamente Trastorno de Estrés Postraumático. Mencionan que quienes estén interesados deberían de ser evaluados primero para evitar problemas; y los facilitadores deben de estar ampliamente capacitados.

Quienes han estudiado la efectividad de la mindfulness y han visto sus pros y contras tienen distintas teorías respecto a su efectividad y sus posibles peligros. Se habla por ejemplo de que al popularizarse tanto, se ha diversificado y diluido aún más de lo que ya estaba en un principio. Al volverse cada vez más accesible, se vuelve también cada vez más difícil confiar en que quienes la impartan estén correctamente capacitados.
Otra idea es que, al fin y al cabo, la meditación en su origen es una práctica contemplativa religiosa y espiritual: no fue creada para poder sobrellevar los desafíos diarios de la vida en el siglo XXI, si no para cambiar radicalmente nuestra percepción del ser y de la existencia con el fin de acercarnos a un estado superior de la conciencia, como lo mencionan los psicólogos Miguel Farias y Catherine Wikholm en este artículo.
Este tipo de disciplinas existen en muchas culturas, incluso existe una forma de meditación cristiana, pero nadie se ha dedicado a modificarla y mecantilizarla, aunque el budismo sea una religión tan válida e importante como el catolicismo.
Quizá valdría la pena analizar cuáles son las motivaciones que tienen las compañías al ofrecer programas de mindfulness a sus empleados. Es posible que algunas de ellas tengan buenas intenciones y genuinamente estén buscando formas de fomentar una cultura del trabajo menos agotadora. Sin embargo, el propósito real de muchas de estas iniciativas es mejorar la productividad. Y es muy difícil no sentir que se proponen como un paliativo al problema real de la cultura laboral cuando se ven casos como el de Google; donde los empleados, a pesar de tener acceso a programas de REBAP, siguen sufriendo todo tipo de faltas a la ética laboral en la empresa, además de ser castigados por denunciarlas.
La conversación alrededor del uso de los programas de mindfulness en las empresas, alrededor de la popularidad de la REBAP en general, nos lleva a una reflexión más profunda sobre el estado de las cosas y el ritmo que estamos llevando en muchos ámbitos de la vida. ¿Porqué necesitamos aprender a descansar? ¿Qué serie de eventos y formas de pensar nos han llevado a transformar por completo y apropiarnos de una práctica espiritual de otra cultura en busca de una tranquilidad que la nuestra propia no parece poder ofrecernos? ¿Porqué las grandes empresas, en vez de abordar el problema del estrés laboral desde la raíz, optan por atenuantes? Quizá el cuestionarnos estas cosas, en tanto que emprendedores y empleados, nos apunte en la dirección de lo que verdaderamente se necesita resolver para que la cultura del trabajo mejore.